Desde el momento en que llegaste al mundo, supe que mi vida estaría llena de maravillas. Creciste rápidamente, como un hermoso brote que se convierte en una flor exquisita. Ahora, mi querida hija, te enfrentas al mundo como en adulta, lista para volar por tu cuenta. Para ti, que siempre has sido mi razón de ser, para ti que me llenaste de risas y lágrimas, te dedico estas palabras llenas de amor y orgullo.
Te veo hoy, radiante y segura de ti misma, y no puedo evitar recordar aquellos primeros pasos titubeantes, aquellas caídas que se convirtieron en fuerza para levantarte. Eres parte de mí, pero también eres única, con tu propia luz que ilumina los caminos que eliges recorrer. En este nuevo capítulo de tu vida adulta, quiero regalarte estas frases que espero te inspiren, te reconforten y te impulsen a alcanzar tus sueños: